Recientemente recibí un correo electrónico de un joven (25 años) responsable de Calidad y Seguridad Alimentaria en una pequeña empresa de 7 empleados.
En su mensaje, Juan (lo llamaremos así) me planteaba su situación actual y me pedía orientación sobre cómo afrontarla.
Lo que Juan relataba en su mensaje es tan…
… revelador, tan…
… ilustrativo, y tan…
… habitual en nuestro sector agroalimentario…
que no he podido resistir la tentación de contártelo.
Creo que no andaré muy lejos si afirmo que puede que tú te sientas reflejado en todo lo que me decía.
O, al menos, espero que te resulte clarificador.
Una pequeña disertación sobre el Poder y la Autoridad.
“Mi nombre es Juan, y tengo 25 años.»
«He estudiado Tecnología de los Alimentos y tengo un Máster en Calidad Alimentaria. Como dices en tu web, reconozco que esto del sector agroalimentario es, en mi caso, puramente vocacional.
Siguiendo esa vocación, llegué al que es mi actual (y primer) trabajo como Responsable de Calidad y Seguridad Alimentaria en una pequeña empresa de 7 empleados.
El propietario de la empresa y al mismo tiempo mi jefe se presentó en mi ciudad (donde yo residía hace 6 meses) para hacerme una entrevista, contarme el proyecto que había puesto en marcha unos meses antes y, de paso, conseguir que mis ojos se pusieran como platos, ya que, literalmente, estaba describiendo el que para mí siempre había sido el trabajo de mis sueños.
Y me contrató.
De un día para otro hice la maleta y me fui a vivir a 500 km para trabajar en Sabores del Cantábrico S.L. (nombre ficticio). Se trata de una empresa que elabora productos gourmet relacionados con la pesca.
Desde luego, me reafirmo al pensar que se trata del trabajo de mi vida, pero debo confesarte que me encuentro sumido en el terreno pantanoso de sobrellevar la carga de la calidad y la seguridad alimentaria en una empresa donde el resto de los empleados apenas dispone de formación ni conocimientos mínimos en este área.
El objetivo de la compañía cuando yo llegué, tal y como me expuso mi jefe, era embarcarse en el arduo trabajo de un proceso de implantación de nada más y nada menos que…¡la norma IFS!.
Se trataba de una exigencia de una importante cadena de supermercados, que lo tenían como requisito para poder entrar en su lista de proveedores. Se había llegado a firmar un contrato con un pedido de gran volumen, que no se haría efectivo hasta que se consiguiese tal certificación. Por entonces la empresa contaba con la ayuda de una consultora externa, que había planteado un plan de trabajo para conseguir la certificación en 6 meses.
Cuando analicé la situación y la evolución del trabajo realizado hasta entonces, comprobé que conseguir aquello en ese plazo era, sencillamente, IMPOSIBLE. Además, y esto es sólo una opinión personal, el trabajo realizado por la consultora me parecía de bastante poca calidad, por muy irónico que parezca.
Tras una reunión con mi jefe para explicarle la situación, me dio el visto bueno para abandonar la idea de la implantación de IFS, centrarnos en empezar la casa por los cimientos, y trabajar por prioridades: elaboración de un plan APPCC personalizado (el que se elaboró con la ayuda de la consultora no era del todo real), programas de prerrequisitos, registros debidamente actualizados, control de producción y stock, etc. En fin, lo básico para poder cumplir con los requisitos que solicita la autoridad sanitaria.
Ahora mismo, tras 6 meses de trabajo, creo que la base está construida y el control está establecido, pero todavía se me hace cuesta arriba concienciar al personal de la importancia de todo ello.
Podría decirse que estoy jugando un rol complicado de «niño de 25 años que viene a decirle al resto cómo tiene que trabajar».
Poniendo un simple ejemplo: a pesar de que vuelco mis esfuerzos en el control de trazabilidad, de manera que se me proporcione una copia de las facturas y albaranes de cualquier compra que se haga, siempre existe algún caso de «lo he perdido», «no me lo han facilitado» u otros pretextos o situaciones de desinterés que me impiden trabajar correctamente.
Normalmente, en el caso de productos muy perecederos elaboramos los productos bajo pedido. En estos casos, la forma de trabajar es a contrarreloj, y se presta mucha atención al fabricar/vender, fabricar/vender y muy poca a la seguridad alimentaria, a pesar de mi insistencia. También hay que tener en cuenta que cualquier pedido es importante, ya que se trata de una empresa que elabora productos gourmet y, en este área, el mercado es escaso y complicado.
La verdad es que es un trabajo que me encanta, los productos son verdaderamente excepcionales, con renombre en nuestra zona, y elaborados con mucha paciencia, pero la cartera de referencias es demasiado amplia (13 productos distintos entre tipología y formato) como para que pueda ser abordada por una empresa de 7 empleados y donde la responsabilidad de que todo salga bien es exclusivamente mía.
No quiero abandonar y realmente apuesto por ello. No quiero conformarme con que llegue fin de mes, cobrar mi nómina y pensar: «Otro mes más». Sí, otro mes más donde se avanza muy poco a poco (demasiado lentamente) en aspectos de calidad y seguridad alimentaria. Me gustaría llegar a una situación en la que, cuando haya una simple inspección de Sanidad, pueda mantener la calma por tener la confianza de que todo estará controlado.
Es por ello por lo que me gustaría que me dijeras cómo ves esta situación y, si pudieras, orientarme sobre cómo avanzar con todo esto.”
Mi respuesta: Poder y Autoridad
«Con todo lo que dices no tengo ni la más mínima duda de que lo tuyo es vocacional, y que realmente amas tu trabajo… a pesar de lo que te está pasando.
Pero debo decirte que todo lo que me cuentas no es, ni mucho menos, excepcional. Acabas de resumir lo que les pasa a cientos y cientos de profesionales, que se encuentran en una situación como la tuya. Aunque tampoco espero que esto te sirva de consuelo.
Voy a decirte algo directo y descarnado: si todo sigue así NO VAS A CONSEGUIR NADA. Bueno, sí, hartarte, desilusionarte profundamente, y empezar a pensar que este tuyo es un trabajo odioso que no sirve para nada.
Es decir, es algo muy habitual… y corres un serio riesgo (nosotros sí sabemos la diferencia entre peligro y riesgo, ¿a que sí ?
Y entonces, me dirás, ¿hay solución? Y en esto también seré rotundo: SÍ, CLARO QUE HAY SOLUCIÓN.
No se trata de que tengas 25 años…. o 53.
No se trata de que la empresa sólo tenga 7 empleados… o 200.
No se trata de que los empleados no tenga ni idea de calidad y seguridad (¡sólo faltaría que lo supiesen, dadas las circunstancias!
Tampoco se trata de que la cartera de productos sea muy amplia, los pedidos cortos, y la tensión mucha (algo también muy habitual en los negocios que están empezando).
Y ni siquiera se trata de que la consultora externa diera un servicio penoso (algo también demasiado habitual), aunque, desde luego, yo ya la habría despedido.
El principal problema (y por lo tanto la solución) lo has señalado tú mismo: estás jugando un rol, no ya complicado, sino que NO TE CORRESPONDE.
Porque le corresponde a tu jefe y propietario, que es quien realmente tiene TODO el poder. Y tú no tienes nada.
Por eso, la solución es, también, muy sencilla: tu jefe y empresario debe investirte del poder que necesitas (porque, afortunadamente, el poder es delegable).
«Y eso, ¿cómo diablos se hace?», te preguntarás…
- Él debe estar profundamente convencido de que quiere que tu trabajo tenga éxito; debe tener muy claro el objetivo, y debe confiar en ti.
- Debe reunir a toda la plantilla, a poder ser en horas de trabajo, y mejor todavía dentro de la planta de fabricación, y decirles con claridad, sinceridad y rotundidad, algo así como: «Todos tenemos un objetivo común. Ese objetivo lo vamos a conseguir entre todos. Y para ello, a partir de ahora todo lo que diga Juan VA A MISA«.
- Y finalmente, cuando tomes decisiones y le plantees dificultades, tendrá que apoyarte de una manera decidida.
El máximo dirigente ejecutivo debe investirte con PODER; tú debes ganarte la AUTORIDAD, que la otorgan tus compañeros
Ya está. Con tan sólo 10 minutos, si todo esto lo hace sinceramente, con convicción, y se le nota, tendrás el poder y, por tanto, el camino expedito para, ahora sí, empezar a funcionar como un buen profesional y coordinar a todo el equipo para conseguir ese objetivo.
Pero también te aviso de otra cosa: tu jefe y empresario te habrá dado el poder, pero tú tendrás que ganarte la autoridad.
- Siendo amable, firme, persistente, humilde, muy profesional, estricto y flexible a la vez.
- Formándoles, enseñándoles, ayudándoles.
- Felicitándoles y reconociendo sus esfuerzos y bien-hacer, y marcando las normas y límites que no pueden pasar mediante corrección amable pero firme.
- Explicándoles las razones de tus decisiones, que nunca tomarás por capricho.
- Haciéndoles ver que su trabajo es lo más importante (¡porque lo es!), y demostrándoselo con hechos.
- Haciendo que todos vosotros trabajéis y seáis un auténtico equipo…
- y asumiendo tú más culpa de la que mereces y menos mérito del que te corresponde.
Con estos comportamientos y otros similares, estarás convirtiéndote en un auténtico LÍDER DE UN EQUIPO.
LIDERAGO: Asumir más culpa de la que mereces y menos mérito del que te corresponde Share on X
Pero… si tu jefe y empresario no da un paso al frente para investirte clara y sinceramente del poder que necesitas, no tienes nada que hacer. Y, te digo más, si algún día te retira su apoyo, por las razones que sean, tu autoridad, aunque haya sido ganada durante años, no servirá para nada.
La certificación IFS puede ser ese gran objetivo que todos (desde el empresario hasta el último empleado) debéis conseguir, cada uno en su puesto y asumiendo sus respectivas responsabilidades (y te aseguro que debe conseguirse en 6 meses, desde luego). Pero desde ahora te digo que, cuando llegue la tercera o cuarta renovación del certificado….. es muy probable que las cosas empiecen a torcerse para ti… aunque esa ya es otra historia.
Corolario
No asumas nunca un rol que no te corresponda.
El empresario/Gerente/Director General es quien tiene el poder. De él depende cuándo, cómo, y a quién delegárselo. Si no tienes poder, nada de lo que pretendas hacer se hará de forma consistente. El PODER se otorga de arriba hacia abajo, lo otorga el máximo dirigente ejecutivo, y es imprescindible para actuar e impulsar el cambio en la empresa.
De ti depende ganarte la autoridad y el respeto ante tus compañeros. La AUTORIDAD se gana de abajo hacia arriba, te la conceden tus compañeros y colaboradores, y también es imprescindible para actuar e impulsar el cambio.
Y si a partir de aquí haces las cosas bien, tu capacidad de acción junto con tus compañeros moverá montañas. Es a gran fuerza del Liderazgo.
¡Estarás empezando a sentir la autorrealización en el trabajo!
¿Qué te ha parecido la situación de Juan? ¿Te suena de algo?
¿Qué opinas de las recomendaciones que le di?
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