el equipo

Por José María Garrido

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El equipo, más todavía que el individuo, es sin duda un elemento esencial para la gestión de tu empresa agroalimentaria. El éxito futuro se deberá en gran medida al buen o mal funcionamiento de tu equipo directivo, y del resto de los equipos de tu organización.

La recomendación de que crees tu equipo de confianza es una de las ideas centrales de este blog. Es el mensaje principal del camino para dejar de ser microempresario agroalimentario, y ya hemos hablado de la delegación efectiva como palanca hacia tu empresa agroalimentaria de futuro.

Pero, ¿qué es realmente un equipo? ¿Qué características debe tener? ¿Por qué es tan importante? Y, sobre todo, ¿qué debe hacerse para que un equipo alcance todo su potencial de una manera duradera y sostenible?

Es de todo esto de lo que vamos a hablar en este post y en otros siguientes. ¡Ha llegado el momento de hablar en serio de LOS EQUIPOS!

 

El equipo: elemento clave

Una persona muere y se le da la oportunidad de visitar el cielo y el infierno.

Al entrar en el infierno, ve un espectáculo muy extraño: hay comida por doquier y, sin embargo, los residentes parecen famélicos.

Dirige sus pasos hacia donde está el Diablo, y le pregunta:

—¿Por qué se mueren todos de hambre, habiendo tanta comida por todas partes?

El Diablo responde:

– La gente no tiene codos. No podemos comer.

La persona visita luego el cielo y se encuentra con una situación similar, abunda la comida y la gente carece de codos. Pero existe una notable diferencia: está bien alimentada.

El visitante pregunta a un ángel:

– ¿Por qué en el infierno la gente no tiene codos y se muere de hambre, pero aquí, en el cielo, aunque la situación es la misma, la gente se ve robusta y bien alimentada?

El Ángel lo mira directamente a los ojos y contesta:

– Nos damos de comer unos a otros.

El mundo es un lugar fascinante. Como individuos somos importantes, pero como equipo somos invencibles.

 

 

Durante demasiados años la búsqueda del éxito en la gestión empresarial ha consistido casi exclusivamente en la búsqueda del individuo apropiado. Las empresas se han preocupado por las aptitudes, la experiencia y los logros de los individuos; han discutido y debatido sobre sus puntos fuertes y débiles. Sin embargo, todos sabemos que el individuo ideal para un determinado puesto no puede encontrarse… porque no existe.

Si realmente nos ponemos a evaluar seriamente las cualidades de un buen directivo nos daremos cuenta de por qué no puede existir: es que muchas de ellas se excluyen mutuamente.

Un buen directivo debe ser sumamente inteligente, pero no debe ser demasiado listo.

Debe tener carácter, y al mismo tiempo debe ser sensible a los sentimientos de la gente.

Debe ser un buen comunicador, al tiempo que debe saber escuchar.

Debe ser decidido, pero también reflexivo.

Y así sucesivamente. Pero, si por casualidad encuentras esta joya de directivo, este conjunto de características mutuamente incompatibles, ¿qué hacemos cuando se vaya a vivir a otro lugar por motivos de salud de su hijo, presente su dimisión por aceptar un puesto en la empresa de tu mejor competidor, o le caiga un piano en la cabeza?

 

Sin embargo, aunque ningún individuo puede combinar todas estas características, un equipo de personas sí que puede hacerlo, y con mucha frecuencia lo hace. Además, es poco probable que uno o varios pianos aplasten a todo un equipo simultáneamente….

Por esta razón, no es el individuo, sino el equipo el que constituye el elemento clave para lograr una gestión de éxito sostenido y duradero.

Un equipo:

puede contener en su interior todas las características, aunque sean opuestas;

puede renovarse y regenerarse con cambios/inclusión de nuevos miembros;

puede acumular una reserva de experiencia compartida, de conocimiento y de criterio…

… que puede transmitirse de unos a otros a medida que se producen cambios…

¡…y puede estar en varios sitios a la vez!

«La diferencia entre mis compañeros de trabajo y yo es que ellos van a lo suyo, mientras que yo voy a lo mío».

Porque un equipo puede producir una cantidad y calidad de trabajo muy superior a la suma de lo que cada individuo hubiera podido producir por sí sólo.

Sin olvidar o descuidar al individuo, deberías dedicar más atención a los equipos:

A su selección, desarrollo y formación.

A las aptitudes, experiencia y logros de los equipos.

Y, sobre todo, a la psicología, motivación, composición y comportamiento de los equipos.

 

¿Qué es un equipo?

Un equipo no es un grupo de personas. Un equipo es “un pequeño número de personas (sí, pero…) con habilidades complementarias, comprometidas con un propósito común y un enfoque por el que se sienten solidariamente responsables (Katzenbach y Smith).

«Lo más jodido de trabajar en equipo es convencer a todos los demás de que no tienen ni puta idea» (@elbaronrojo)

Veamos esta definición con un poco de detenimiento.

 

Habilidades complementarias

Suele ser habitual buscar personas con características muy afines para conformar un equipo, con la idea de que eso servirá para mantener la cohesión y la unidad del mismo. Creo sinceramente que esto es un error. Por un lado, la potencia y riqueza de un equipo se basa, como hemos visto en la introducción, en su diversidad. Por otro, la excesiva homogeneidad no asegura de ninguna manera el buen funcionamiento del equipo; al contrario, personas similares pueden facilitar más la exaltación de los egos personales.

A la hora de conformar equipos no busques personas iguales a ti. Un equipo es algo mucho más complejo (lo iremos viendo a lo largo de las entradas) como para pretender que funcione bien simplemente porque esté formado por clones.

¿Te imaginas el resultado de ese equipo de Fórmula 1 compuesto todo él por maravillosos atornilladores de ruedas… y ya está?

Propósito común: MISIÓN

Es el elemento clave sin el cual no existe el equipo.

Es el para qué, la razón de ser del equipo por la que las personas trabajan juntas. Es lo que dota de sentido al equipo.

La Misión del equipo aporta cohesión, motivación y energía emocional.

Esa Misión necesita concretarse en metas y objetivos específicos y medibles, que permitan al equipo seguir el progreso y mantener el nivel de responsabilidad.

Solidariamente responsables: ALIANZA

Hablamos aquí de dos tipos de responsabilidad:

  • Individual: según la cual cada integrante asume una serie de tareas asignadas y el cumplimiento de compromisos personales en términos de plazos, forma, calidad, etc.
  • Colectiva: Todos responden por los éxitos y fracasos. Y todos tienen parte de responsabilidad en el funcionamiento del equipo como ente propio, y en los resultados alcanzados

Pero todos sabemos que el concepto «ser responsables» suele ser objeto de tantas interpretaciones como miembros conforman un equipo. Por eso es muy conveniente que el equipo establezca las normas de autogestión que garanticen el aprovechamiento del trabajo común. Es lo que se llama la ALIANZA.

Según ello, la Alianza del Equipo es el acuerdo al que llegan sus integrantes respecto a las normas y reglas que van a regir el trabajo del equipo, tanto durante sus reuniones como fuera de ellas.

Las dimensiones de una buena alianza serían las siguientes:

  1. Utilización del tiempo colectivo (reuniones): compromisos con la presencia, puntualidad, interrupciones, dónde se reúnen, a qué horas, etc.
  2. Energía que están dispuestos a desplegar: nivel de proactividad al que se comprometen, energía para abordar conflictos y no dejar pasar las discrepancias, la perseverancia, etc.
  3. Compromiso con los objetivos y los resultados: indicadores, medición, contribuciones, etc.
  4. Respeto por la confidencialidad, por la diversidad de opiniones y opciones, forma de llegar a acuerdos, etc.

La alianza puede ser dinámica, es decir, el equipo puede cambiarla o adaptarla cuando lo estime conveniente, aunque siempre tiene que ser compartida por todos.

¿Estás conformando un equipo?

  1. Haz que sus integrantes sean distintos, diversos, incluso divergentes.
  2. Dales un «sentido existencial» en forma de Misión (en el marco de la Misión de Empresa): responde a su para qué existe.
  3. Fíjales metas y objetivos concretos, definidos y medibles.
  4. Deja (…pero oblígales a que lo hagan) que conformen sus reglas de juego en base a su Alianza.

 

Seguiremos hablando de equipos en sucesivas entradas.

Y ya sabes que tienes más abajo la sección de comentarios para que puedas dar tu opinión.

José María Garrido es profesional agroalimentario, consultor y docente. Después de trabajar 24 años como directivo, en la actualidad ayuda al empresario a aumentar el rendimiento consistente de su organización. Leer más...

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