¿Son esenciales los ecosistemas de innovación para la competitividad de la Pyme agroalimentaria?
El 7 de noviembre de 2017 se celebró en Pamplona el primer Workshop AgroFood Digital dentro del programa COMPETITIV’eko, en el que tuve la suerte de participar con la ponencia “Dinámica internacional y necesidades de la Pyme Agroalimentaria”.
El proyecto COMPETITIV’eko está enfocado, precisamente, a reforzar la competitividad de la PYME agroalimentaria basándose en la cooperación transfronteriza e implicando los clústeres, los centros tecnológicos y las agencias de desarrollo económico del Pays Basque-Aquitaine/Euskadi/Navarra.
Los objetivos del proyecto son los siguientes:
- Elaborar una red estable que asegure un intercambio permanente de información y un networking entre el mundo de la empresa, los agentes científicos y tecnológicos y los agentes intermediarios con el fin de permitir una cooperación sistemática entre las diferentes iniciativas de los clústeres de los territorios.
- Experimentar las nuevas metodologías destinadas a la identificación de las necesidades de innovación empresarial, la articulación de la cooperación sistematizada entre los diferentes territorios y el acompañamiento de las iniciativas de cooperación en las empresas asociadas y en los ámbitos de especialización de interés común.
- Alinear las iniciativas empresariales, científicas y tecnológicas y de acompañar (agentes intermediarios como los clústeres) hacia los ámbitos de especialización inteligente común a todos los territorios implicados y a la Euroregión.
Estamos hablando, por tanto, de una iniciativa pública que pretende generar un Ecosistema de Innovación para la Pyme agroalimentaria enclavada en este territorio transfronterizo.
Desde mi punto de vista, este tipo de proyectos son de una importancia estratégica para la viabilidad y la competitividad de la Pyme Agroalimentaria, y voy a intentar argumentártelo en esta entrada.
La Pyme Agroalimentaria en los últimos 20 años
Inversiones muy importantes
El sector agroalimentario español (es decir, cada uno de los empresarios individualmente) ya ha abordado con éxito su primera transformación de los últimos años.
Se han terminado los entornos de fabricación casi piratas, en el que las condiciones de los procesos y las instalaciones eran desordenadas, viejas y en ocasiones peligrosas, tanto para los trabajadores como para el propio producto.
En los últimos 20 años han realizado importantes inversiones destinadas a la modernización de las instalaciones y de los procesos productivos, y se ha tomado definitivamente muy en serio aspectos tan importantes como la calidad y la seguridad de los productos, además de construir entornos de trabajo adecuados para el personal.
Hoy no hay empresa agroalimentaria, por pequeña que sea, que no tenga en plantilla un responsable de Calidad, y que no tenga o no esté en disposición de obtener un certificado de Seguridad Alimentaria (IFS, BRC, ISO 22.000).
Por ello, hoy podemos afirmar que las empresas del sector están generando productos de alta calidad, además de seguros.
La internacionalización
La Gran Recesión (2008-2013) supuso en España, entre otras cosas, el desplome del consumo interno.
Fue el momento clave para que muchos (la gran mayoría de los que hoy sobreviven) empresarios se quitaran de encima antiguos complejos, dado el salto definitivo a los mercados internacionales. Este impulso a la exportación ha supuesto una válvula de oxígeno para su supervivencia, además de un impulso importantísimo al empleo y a la recuperación de la economía nacional.
Las empresas agroalimentarias españolas tienen hoy buena salud comercial y son rentables Share on XLa consecuencia ha sido que los empresarios agroalimentarios se han dado cuenta de que:
- El producto de “origen España” es muy apreciado y bien valorado fuera de nuestras fronteras. En este punto, el conocimiento de nuestra gastronomía a través del turismo ha generado un claro efecto sinérgico: hoy los alemanes están comprando más chorizos que nunca en los propios supermercados alemanes; las nuevas tendencias de consumo (healthy, veggie, fresco…) impulsan el crecimiento de hortalizas, frutas y transformados vegetales… y así podríamos seguir con los productos de la pesca y otros estandartes del sector agroalimentario español.
- Somos competitivos en precio: años de pelea competitiva interna, cercanía de materias primas, costes laborales ajustados…
- Los clientes piden más productos españoles, como consecuencia de lo anterior.
Es decir: en general, las empresas del sector agroalimentario tienen buena salud desde el punto de vista comercial, y también desde el de la rentabilidad… al menos por el momento.
Dinámica internacional: Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad, Ambigüedad (VUCA)
Pero la pregunta es si todo esto es suficiente para la supervivencia de las empresas del sector, y la respuesta es claramente que NO.
Estamos viviendo un Cambio de Época (4ª Revolución Industrial) al que el sector no es ajeno:
- Se están ya produciendo cambios de una velocidad, a una escala y con una potencia como nunca se habían experimentado antes.
- La interacción entre la nano-tecnología, la neurociencia, la impresión 3D, las redes móviles, la robotización o la digitalización, todo ello en un entorno global, van a crear realidades que son inimaginables previamente.
- Las grandes innovaciones radicales se pueden producir cada pocos años.
- Casi cualquier persona será capaz de crear nuevos productos y servicios más rápido y más barato.
- El acceso a la tecnología se extenderá de manera casi instantánea.
- Los modelos de negocio de todas y cada una de las industrias y actividades se van a ver transformados.
En este entorno, la estrategia a largo plazo pierde sentido y, entendida como “la forma básica de competir de la empresa” (M. Porter), se nos presenta con dos únicas opciones, que se resumen en una:
Estrategia = Innovación
Por otro lado, el mundo de las oportunidades está ahí, delante de nosotros, si analizamos cómo las nuevas tendencias de la alimentación están configurando el inmediato futuro:
- Consumo responsable: alimentos más naturales, sostenibles y éticos. Desperdicio cero.
- Healthy (saludable): alimentos más frescos, menos “procesados”,
grasastrans,azúcares añadidos… - Sabores más tradicionales, en formatos y usabilidades del s. XXI.
- Información y trazabilidad: ¿Qué estoy comiendo? ¿Cuál es su origen y el camino recorrido?
- Convinience: productos on-the-go, todo-en-uno, fácil de consumir, en cualquier lugar.
- TICs y tecnología: el impacto de Internet en todo el sistema agroalimentario (producción, transformación, comercialización, información, marketing).
Un tema, por cierto, tratado a fondo a nivel de la industria de La Rioja y Navarra en la I Jornada INCREA celebrada el 10 de noviembre de 2017, y en la que también tuve la oportunidad de participar.
Competitividad de la Pyme Agroalimentaria?
Pero, ¿cómo abordar una tarea tan formidable para la Pyme Agroalimentaria?
Si atendemos de nuevo en lo que nos dice Michael Porter, la competitividad de las empresas depende fundamentalmente de dos factores:
- de la estrategia individual por la que opten, y
- de la calidad del entorno desde donde compiten.
Así pues, se trata, en primer lugar, de una decisión/enfoque individual, interno, y que le corresponde a cada empresario en particular.
Y por otro, del entorno en el que se encuentra su empresa, y de cómo ésta se integre en aquél.
Estrategia individual
La Pyme agroalimentaria, familiar en un altísimo porcentaje, tiene ante sí un primer gran reto de carácter interno, que debe abordar de manera inmediata y decidida, y que no es otro que la transformación de sus sistemas de gestión.
Simplemente, no va a ser posible responder, por un lado, a las exigencias de esos nuevos mercados a los que se dirigen y, por otro, a la adaptación a este entorno V.U.C.A., desde unos sistemas de gestión empresarial basados en el puro esfuerzo del capitán de la nave (el empresario). La Pyme debe acometer el diseño del corazón de su empresa:
- Reflexionando y explicitando sus Principios: Misión, Visión, Valores.
- Conformando su Equipo de Dirección.
- Estructurando el mecanismo para la definición de su Estrategia.
- Revisando su Modelo de Negocio.
- Articulando su liderazgo, su sistema de organización, y las herramientas de comunicación interna.
El segundo gran reto interno es, efectivamente, establecer una estrategia de construcción de valor, articulando sus propios elementos de diferenciación y las barreras que dificulten la entrada de la competencia.
Los retos internos de la #Pyme #agroalimentaria: profesionalización y estrategia de valor Share on XCalidad del entorno: Ecosistemas de Innovación
En un mundo en el que 4.000 millones de personas del mundo emergente están irrumpiendo a la primera línea de la competencia laboral mundial, la estrategia de los menores costes (océanos rojos) no tiene sentido. Los países emergentes están llamados a concentrar la actividad manufacturera con costes imposibles de superar para los estándares de vida occidental.
La reducción de costes, siendo una obligación que debe aplicarse a cada proceso, a cada actividad y en cada decisión, ha dejado de ser estratégica para la empresa occidental.
Por el contrario, el conocimiento puede convertirse en la gran fuente de ventajas competitivas para las economías occidentales.
El conocimiento y la búsqueda de valor es la única estrategia posible.
Ante esta realidad, la empresa individual pierde peso como unidad de competitividad y el entorno crece en importancia. Un entorno que debe comportarse como un auténtico ecosistema, manteniendo un equilibrio delicado entre todos sus agentes para lograr dinámicas intrínsecas y naturales de innovación.
La localización importa. Ubicar una empresa en un entorno fértil en proveedores avanzados, talento, vocación emprendedora, creatividad y clientes exigentes sin duda facilitará su crecimiento.
Si echamos un vistazo al mapa económico actual nos daremos cuenta de que a lo largo del globo se han ido generando esos focos de innovación claramente localizados: Silicon Valley, Massachussets, Israel, Dinamarca, Finlandia, Corea del Sur…
Pero, ¿se pueden crear ecosistemas innovadores?
Al igual que los ecosistemas naturales, un ecosistema económico precisa de un delicado equilibrio entre sus múltiples variables: tasa de creación de empresas, disponibilidad de capital, existencia de talento cualificado, políticas de soporte y estímulo, contactos con clientes exigentes, etc. Es imposible replicar las condiciones de Silicon Valley, de Israel o de Finlandia en otro pedazo de terreno, pero existen algunos principios aplicables a las políticas que deben desarrollar los gobiernos para favorecer estos ecosistemas:
- Focos de conocimiento: universidades, centros de investigación…
- Infraestructuras de soporte: laboratorios de test, centros especializados…
- Infraestructuras físicas: aeropuertos internacionales, carreteras, red ferroviaria…
- Proveedores especializados: tecnológicos, de capital, de consultoría, de asesoría jurídica…
- Usuarios cercanos muy exigentes (lead users).
- Alta rivalidad en la industria: líderes que compitan ferozmente.
- Políticas activas: desgravaciones fiscales, apoyo al emprendimiento, ayudas directas, apoyos a proyectos.
Sin embargo, también es imprescindible generar una auténtica cultura de la innovación, basada en elementos como los siguientes:
- Voluntad de generación de valor.
- Premiar la iniciativa individual.
- Reconocimiento a los que se arriesgan.
- Tolerancia al error (una de las grandes carencias de la cultura española)
- Fomento de la meritocracia y desprecio de la mediocridad.
- Vocación competitiva (en un sano sentido deportivo).
- Proyectado al mundo sin olvidar las raíces locales.
- Atracción del mejor talento.
- Resonancia, juego en equipo, ilusión.
COMPETITIV’eko: ¿la generación de un ecosistema innovador para la Pyme Agroalimentaria?
El proyecto COMPETITIV’EKO es un proyecto estratégico transfronterizo que pretende dinamizar la innovación y competitividad de POCTEFA (programa europeo que promueve proyectos de cooperación transfronteriza diseñados y gestionados por actores de ambos lados de los Pirineos preservando el desarrollo inteligente, sostenible e integrador del territorio) a través del desarrollo de un ecosistema de colaboración transfronteriza empresarial en el espacio Euskadi, Aquitania y Navarra.
Está trabajando con los actores económicos de cada territorio, clústeres, agencias de desarrollo, centros tecnológicos, empresas… con el objetivo de fortalecer los canales de colaboración institucional y empresarial.
La inversión del proyecto asciende a 1.088.605,10 de euros.
Si bien no es un proyecto exclusivamente agroalimentario (sus ámbitos de acción se comparten con la fabricación avanzada, la energía y la salud), es sin duda una gran oportunidad para las Pymes navarras y vascas.
El futuro nos dirá si nuestro entorno se convierte en un auténtico Silicon Valley agroalimentario, pero, por el momento, es una oportunidad que tú, como empresario del sector, no debes perder.